Lucas 7, 1-10
Con la humildad para servir, se obtiene el don de la fe. Así como este centurión romano que, a pesar de ser del pueblo dominador, se portaba bien con los judíos y hasta les había construido una sinagoga, y ahora estaba preocupado porque uno de sus siervos estaba enfermo y a punto de morir. Por eso el Padre le concede el don de la fe y de la confianza en su poder y en su misericordia y, reafirmando su humildad, le pide que, aunque no se considera siquiera digno de que entre a su casa, sane a su siervo desde lejos con el poder de su Palabra. ¡Cómo no va a obtener lo que pide de esa manera! Jesús se maravilla, lo exalta y cumple su deseo. Humildad para alcanzar la fe y confianza en el poder y en la misericordia del Padre. Esa es la clave.
Propósito: Hoy repetiré con el centurión y con plena conciencia: ¡Señor, yo no soy digno...!
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Lunes. Septiembre 12 de 2016
J. RUIZ
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