Lucas 5, 33-39
La presencia de Jesús, el divino esposo, está primero. Los fariseos reprochan a los discípulos de Jesús que no ayunen ni oren como los de Juan, porque para ellos es más importante la letra de la Ley, el cumplimiento estricto de la norma, que la alegría que produce en cualquier persona el poder estar con aquel a quien ama; poder disfrutar de su compañía todo el tiempo posible, bebiéndose sus palabras, siempre vivificantes, sentado tranquilamente a sus pies, como María en Betania; poder hacer de Él el centro de nuestra vida y, así, reunir fuerzas que nos sostengan cuando, por cualquier motivo, su presencia nos sea quitada. Disfrutemos, pues de la presencia viva de Jesús en la Eucaristía, siempre con la alegría de quien está en la mejor compañía. Y, cuando llegue la hora del ayuno y de la penitencia, estaremos preparados con aceite suficiente en nuestras lámparas para vencer la oscuridad.
Propósito: Hoy procuraré manifestar con alegría la presencia de Dios en mí.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Viernes. Septiembre 2 de 2016
J. RUIZ
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