Lucas 9, 51-62
"Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado", nos dice Pablo en la carta a los gálatas. Pero, cuando Él nos dice que no podemos ir a enterrar a nuestro padre, ni a despedirnos de la familia, para seguirle, parece como una intolerancia propia, esa sí, de la peor esclavitud. La diferencia está en que el seguimiento que Jesús quiere tiene que ser voluntario, por libre determinación. Y uno no se somete a algo así, sino por amor. Ese es el amor verdaderamente libre: el que voluntariamente escoge someterse a la radicalidad del ser amado. Aunque ello implique dejar la seguridad de tener "un lugar donde reclinar la cabeza"; aunque por ello vengan insultos y persecuciones, desprecios e incomprensiones, soportados sin violencia alguna de nuestra parte, aunque talvez pudiéramos pedir "que baje fuego del cielo y los consuma". Nada de eso nos importa, si estamos enamorados. El amor es comprensión, perdón y misericordia y es total, sin medida. Es una libre esclavitud.
Propósito: Hoy quiero meditar en la libertad que Jesús me concede para que decida si le sigo o no.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Domingo. Junio 26 de 2016
J. RUIZ
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