Mateo 8, 5-17
Este año de la Misericordia talvez hemos hecho mucho énfasis en el perdón y la misericordia que debemos buscar en el sacramento de la Reconciliación, ya que el Buen Dios, nuestro Padre, no nos la va a negar nunca. Pero Jesús nos muestra cómo toda su vida fue un ejercicio permanente de compasión y misericordia del Padre con sus hijos, sin importar si eran familia o eran extraños; si eran compatriotas o extranjeros; si eran enemigos, como el centurión de un ejército de ocupación; si eran colaboradores, como la suegra de Pedro; si eran impuros, como los leprosos o el samaritano herido. No, Él no discrimina, no excluye a nadie, de los beneficios de su misericordia infinita. Sólo se fija en que tengamos necesidad de Él. Siempre el sol y la lluvia, el frío y el calor, estarán ahí para todos, y de las debilidades y enfermedades de todos se hizo cargo. Tratemos nosotros de imitarlo en una mínima parte y así talvez nos haremos dignos de esa misericordia que hoy y siempre nos dá a manos llenas, sólo por su bondad y gratuidad infinitas.
Propósito: Hoy reconoceré humildemente con el centurión que "no soy digno de que entres bajo mi techo, Señor".
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Sábado. Junio 25 de 2016
J. RUIZ
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