Las riquezas, por sí solas, no son malas ni dañinas. Únicamente lo son si su origen es injusto, o si el apego a ellas o el uso que se les de, lo es. Pueden, en cambio ser, de gran ayuda si las utilizamos para acercarnos a los que no tienen nada y podemos prestarles, con ellas, alguna ayuda, que les permita mejorar su bienestar, autoestima y dignidad. Eso, con seguridad, no las disminuirá, pero sí nos ayudará a crear y a acrecentar el capital de la única moneda que circula en el Nuevo Reino de Dios. Y, si lo hacemos sin andar pregonándolo por todas partes o, como dice el Maestro: "que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha", estaremos en las primeras filas de la obra final. Puede ser difícil hacerlo así, si creemos que, porque tenemos bienes materiales, ya no necesitamos a Dios y
somos capaces de bastarnos a nosotros mismos. Pero si entendemos que solos no podemos e invocamos su ayuda, ésta nunca nos será negada, y con ella todo lo podemos.
Propósito: Hoy repetiré: " Todo lo puedo en Aquel que me conforta".
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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