Mateo 11, 28-30
El cansancio, que tantas veces nos agobia, no es sólo el del cuerpo y de los músculos, sino el del alma que se hace tan pesado y difícil de soportar en estos tiempos de correndillas y del famoso estrés. Pero si los cristianos estamos padeciendo de ese mal es porque queremos, pues nuestro Maestro nos dio la receta para curarlo, hace ya más de dos mil años: "Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré". Un corazón lleno de amor, perdón y misericordia es la cura infalible. Eso no falla. Dejemos todas esas preocupaciones en sus manos, o, mejor, en su corazón, y Él se encargará de todo: nos cambiará las cadenas opresoras y crueles de la vida, por el "yugo suave y la carga ligera" de su amor. Y la paz nos inundará y habrá un mundo nuevo y maravilloso del cual disfrutar. Y la Virgen del Carmen, cuya fiesta celebramos hoy, es la mejor intercesora que podamos tener ante Él, porque ella sí que sabe también de corazón humilde y paciente.
Propósito: Hoy buscaré refugio en el corazón de mi Señor y Maestro y dejaré allí todos mis "estorbos".
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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