La sencillez, la humildad, lo pequeño, lo de bajo perfil. Eso es lo preferido siempre por el Padre. Es allí donde Él se hace presente. Y, no a los sabios y poderosos, sino a los "pequeñuelos", es a quienes Él les revela los secretos de su proyecto. Sus contertulios son las personas comunes y corrientes que se encuentra por las calles y caminos polvorientos de Galilea, y hasta las mujeres que se atrevían a hablar con un desconocido, afrontando las prohibiciones de sus normas exageradas en cuestiones de pureza exterior y de apariencias.
"Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Y Jesús quiso que fuera así. Humildes y sencillos, sin pretensiones, acerquémonos, pues, al Hijo a escuchar sus Palabras y a aprender la forma de vida que viene a enseñarnos con ellas y con su ejemplo. Esa es la vida del Reino de Dios.
Propósito: Hoy recordaré que la humildad es reconocer que todos tenemos la misma dignidad de persona y de hijos de Dios. Nada más, pero tampoco, nada menos.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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