Marcos 6, 45-52
Cuando el niño está solo cualquier cosa puede asustarlo y hacerlo gritar. Pero cuando aparece su padre-madre, lo abraza y le dice: "¡Ánimo!, que soy yo, no temas", todos sus miedos desaparecen, la sonrisa, la felicidad y la confianza vuelven a su cara, aunque permanezca "estupefacto" y turbado porque no comprende bien de dónde salió tan a tiempo para consolarlo. Esa es la imagen hermosa que nos muestra el Evangelio de hoy: Dios, el Padre-Madre bueno, pendiente siempre del bienestar de sus hijos: despide cariñosa y amablemente a los que habían venido a escuchar sus palabras y a sus amigos más cercanos, que tienen que atravesar el Lago, los insta a que se vayan rápido, antes de que la marea les ponga problemas. Y cuando, no obstante, esto ocurre, allí "aparece" Él para decirles: "¡Ánimo!, que soy yo, no temáis", "y el viento se calmó". Pensemos en lo buen padre que es Dios con nosotros y nos daremos cuenta de que, siempre que el mundo nos ha atrapado en alguna de sus tempestades, allí ha estado Él para calmar los vientos y sacarnos adelante. Fe y confianza, como el niño ante la presencia de su padre.
Propósito: Hoy pondré mi fe y mi confianza en mi Padre-Madre, Dios.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Miércoles. Enero 7 de 2015
J. RUIZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario