Marcos 10, 17-27
El joven de quien nos habla hoy el Evangelio era un hombre bueno: había cumplido con los mandamientos de la Ley de Dios: no matar, no robar, no era adúltero, no era injusto, respetaba a sus padres. Y sin embargo no estaba satisfecho. Sentía la necesidad de algo más para saciar el deseo de trascendencia que ardía en su corazón. Por eso "Jesús le amó". Pero el joven no supo corresponder a ese amor. Estaba apegado en exceso a sus posesiones materiales y el sólo pensar en desprenderse de parte de ellas lo hizo marchar entristecido. "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!", dijo entonces Jesús a sus discípulos. No porque sea malo tenerlas, sino por el apego desmedido a ellas. El que las tiene y sabe utilizarlas para hacer, de alguna manera, más fácil y digna, la vida de quienes carecen hasta de lo necesario, las convierte así en una herramienta poderosa para llegar a la Casa del Padre. Y aunque pueda parecer difícil o "imposible para los hombres, no lo es para Dios, porque todo es posible para Él".
Propósito: Hoy revisaré mi apego a las cosas materiales y mi disposición a desprenderme de ellas.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
MES DE MAYO: MADRE DE LOS JÓVENES, RUEGA POR NOSOTROS
J. RUIZ
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