Juan 1, 29-34
El testimonio de Juan es dramático: Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.- Y para ello tendrá que ser sacrificado, siendo inocente de todo. Pero es la manera que dispuso el Padre para poder rescatar a la humanidad caída en las garras del mal. Y Jesús, el Hijo, no lo dudó: asumió todas las falencias de la humanidad, con excepción del pecado, para cargar con todas sus culpas, rescatarla con su muerte injusta y llevarla consigo al Reino que para ello vino a instaurar, devolviéndole la alegría y la felicidad perdidas. Y Juan ratifica su aserto: "Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios". Creamos, pues, en esta verdad y seamos también nosotros testigos vivos de que es así y de que, si vivimos como Él nos lo enseña, estaremos haciendo la voluntad del Padre y seremos, nada menos, hijos de Dios, hermanos de Jesús y coherederos con Él de la gloria de la Resurrección.
Propósito: Hoy meditaré en que, por el Bautismo, yo fui ungido como hermano de Jesús.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Jueves. Enero 3 de 2019
J. RUIZ
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