Lucas 18, 35-43
Vamos a hacer todos los días, la oración del ciego de Jericó: !Hijo de David, ten compasión de mí¡.- Tenemos que reconocer que necesitamos compasión. No debemos apenarnos por ello. Debemos tener la humildad para reconocer lo poco que somos en la realidad del universo y la fe necesaria para comprender la grandeza, la bondad y la misericordia de Jesús que pasa, y la disposición para ponernos a gritar como locos, cuando nos enteramos de ello, para llamar su atención y no dejar pasar la oportunidad. Y entonces Jesús, ante la fe y la humildad de su siervo inútil, se doblará de compasión y nos podrá decir: ¡Ve, tu fe te ha salvado! Y no nos quedará más remedio que "seguirle glorificando a Dios" que nos ha permitido contemplar tales maravillas.
Propósito: Hoy repetiré, desde mi corazón, la petición del ciego de este pasaje evangélico: "Señor, Hijo de David, ten compasión de mí!
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Lunes. Noviembre 20 de 2017
J. RUIZ
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