Marcos (1,1-8):
A pesar de que a Juan los que lo conocían lo identificaban como profeta y muchos hasta creían que era el Mesías, él era una muestra viva de fe, humildad, austeridad y valentía, considerándose sólo "una voz que grita en el desierto: preparad el camino del Señor" y llamando a todos a convertirse, a cambiar su forma de vida de molicie y facilismo y a hacer penitencia por sus faltas, como bien lo sabía Herodes. Él no se consideraba digno siquiera de desatarle las sandalias a aquel a quien trataba de allanarle el camino. Pero su voz fuerte y decidida y su vida austera y sus reclamos sin concesiones a los poderosos de entonces, arrastraban a las multitudes que se bautizaban y se convertían. También nosotros, como Juan, el Bautizador, con nuestra forma de vida, primero que todo, y, si es posible, con nuestras palabras, podemos intentar ser como él, "voces que gritan en el desierto" de la vida.
Propósito: Hoy trataré, de alguna manera, de ser "voz en el desierto".
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Domingo. Diciembre 7 de 2014
J. RUIZ
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