Juan 20, 2-9
Los mismos discípulos no habían podido entender lo de la resurrección de entre los muertos. Es que eso no es fácil: resucitar, volver a la vida...ni magia que se le pusiera. Jesús había resucitado ante sus discípulos a varias personas y, aunque tampoco era fácil, era un poco más entendible. Pero resucitarse a sí mismo...Pero, ayudado seguramente por la gracia misma de Dios, Juan, precisamente el más querido y el que más quería al Maestro, "entró...vio y creyó". Se hizo en ese momento la luz, no tanto en su mente, aun confundida, sino en su corazón que ya ardía por la falta de su presencia querida. Ahora comprendieron claramente lo que poco después expresaría Pablo con palabras precisas: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación y vana vuestra fe". En efecto: si no hay vida después de la muerte ¿para qué nos preocupamos por ser buenos y por procurar el bien para los demás? La fe no es cuestión de la mente, es cuestión del corazón, apoyado, eso sí, por la razón. Con él podemos acercarnos al nacimiento de Jesús, que celebramos desde ayer, para "ver y creer", como los discípulos ante el sepulcro vacío.
Propósito: Hoy volveré a repetir: "Señor, aumenta mi fe y ayuda a mi incredulidad"
¡FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Sábado. Diciembre 27 de 2014
J. RUIZ
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