Marcos 1, 40-45
Si no pedimos ayuda, talvez no se nos dé.- Necesitamos, primero que todo, la humildad que nos permita reconocer que estamos cubiertos de tanta lepra como hay por este mundo: egoismo, injusticia, desprecio al otro, afán de tener cosas, de consumir cosas, sobrevaloración de nuestras capacidades pensando que "lo que no haga yo, no lo hace nadie", desprecio cada vez más evidente por el valor inmenso de la vida humana. En fin, debemos abajarnos, reconocer nuestra fragilidad y pedir la ayuda que, indiscutiblemente, necesitamos. Recordar que Jesús, el Divino Maestro, es el único que puede, y que, además, quiere darnos esa ayuda. Acudamos entonces a Él, de rodillas y suplicándole, como el leproso del relato Evangélico, digámosle: "Si quieres, puedes limpiarme". El corazón compasivo y misericordioso de Jesús no puede ser indiferente, y de seguro escucharemos el dulce: "Quiero, queda limpio". Y no vayamos a olvidarnos de salir a pregonar por todas partes las maravillas del Señor.
Propósito: Hoy quiero contar, Señor, lo grande que has hecho en mí.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Jueves. Enero 11 de 2017
J. RUIZ
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