Mc. 1, 29-39
La vida de Jesús era: orar a Dios y servir al prójimo.- En eso repartía su diario vivir. Y el tiempo le alcanzaba para todo. Pero no dejaba nunca de orar, pero sobretodo en la soledad del amanecer o de la noche, se ponía en contacto con su Padre, porque esa conversación con Él era el combustible para seguir cumpliendo su misión: hacer su voluntad. A veces nosotros talvez dejamos a un lado la oración para dedicarnos a otros quehaceres, de los tantos que hoy nos acosan, porque los consideramos más importantes. Debemos tener cuidado con eso, porque, si no es para servir al otro, ¿qué puede ser más importante que hablar con Dios? Esa forma de vida de Jesús es su mejor manera de predicarnos, de enseñarnos. Y, si queremos seguirle, lo menos que podemos hacer es escucharlo y tratar de imitarlo, al menos, hasta donde nuestras precarias fuerzas nos lo permitan. E implorar su ayuda para poder lograrlo.
Propósito: Hoy vigilaré especialmente mis momentos de oración.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Miércoles. Enero 10 de 2018
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