"Sígueme", así, sin más. Perentoriamente, totalmente, radicalmente. Sin imposiciones, ni, mucho menos, amenazas. Es una invitación, pero, si se acepta, hay que tomar todo el paquete, sin condición alguna. "Sí, pero, primero, déjame visitar a mi mamá; primero, tengo que ir a organizar la herencia de mis hijos, mis negocios". No. Si aceptamos, es ya y del todo. No tenemos que ir a ninguna parte: dondequiera que estemos, estamos en el camino. Solamente tratemos de seguir sus huellas, viviendo como Él vivía. Y tenemos que saber que Aquel a quien vamos a seguir, no tiene ni donde "caerse muerto"; que lo van a perseguir y a nosotros con Él y que le van a dar muerte ignominiosa y a muchos de sus seguidores también. En una palabra, tenemos que saber que el camino a recorrer es duro, hacia arriba y termina en Cruz. Pero también hay una promesa y una esperanza: a cambio de las cosas fáciles y agradables de la vida que por Él podamos dejar de lado, gozaremos con Él un día de la Resurrección que nos hará entrar en el Reino de la vida eterna, que es la vida plena y verdadera. Escojamos.
Propósito: Hoy repetiré, desde el fondo de mi corazón: ¡Señor, ayúdame a seguirte!.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
J. RUIZ
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