Juan 10, 22-30
Como los judíos de aquellos tiempos, seguimos mostrándonos incrédulos, a pesar de las manifestaciones permanentes del poder de Jesús a favor de nosotros, sus hermanos. Ya nos parecen tan corrientes las maravillas cotidianas, como el diario amanecer, el diario resurgir de la vida, el brillo y el calor del sol y la belleza majestuosa de la luna y las estrellas, que ni siquiera sacamos el tiempo para fijarnos en ellas. Pero Jesús, como a ellos, con su infinita paciencia, continúa diciéndonos: "Yo y el Padre somos uno", a ver si al fin entendemos. Y también sigue recordándonos la imagen del Buen Pastor, de la que, definitivamente, se ha apropiado. Entonces, si Él es el Buen Pastor, y Él y el Padre son uno, quiere decir que el Padre es nuestro Buen Pastor, con todas las características de una Buena Madre, como veíamos ayer. No nos queda sino pedirle un poco de fe que nos ayude a aceptarlo así, que nos permita confiar plenamente en Él, porque hemos visto que nos quiere hasta la misma muerte, como una madre, y, como una madre, nos ayuda siempre, nos cuida siempre y no nos abandona nunca. ¿Qué nos pasa? Abramos nuestros oídos y nuestros ojos, y además el corazón, para oir, ver y sentir todo lo bueno y maravilloso que ello significa para poder ir nosotros caminando seguros hasta las frescas aguas y los pastos tiernos que el Buen Pastor ha dispuesto para nosotros.
Como los judíos de aquellos tiempos, seguimos mostrándonos incrédulos, a pesar de las manifestaciones permanentes del poder de Jesús a favor de nosotros, sus hermanos. Ya nos parecen tan corrientes las maravillas cotidianas, como el diario amanecer, el diario resurgir de la vida, el brillo y el calor del sol y la belleza majestuosa de la luna y las estrellas, que ni siquiera sacamos el tiempo para fijarnos en ellas. Pero Jesús, como a ellos, con su infinita paciencia, continúa diciéndonos: "Yo y el Padre somos uno", a ver si al fin entendemos. Y también sigue recordándonos la imagen del Buen Pastor, de la que, definitivamente, se ha apropiado. Entonces, si Él es el Buen Pastor, y Él y el Padre son uno, quiere decir que el Padre es nuestro Buen Pastor, con todas las características de una Buena Madre, como veíamos ayer. No nos queda sino pedirle un poco de fe que nos ayude a aceptarlo así, que nos permita confiar plenamente en Él, porque hemos visto que nos quiere hasta la misma muerte, como una madre, y, como una madre, nos ayuda siempre, nos cuida siempre y no nos abandona nunca. ¿Qué nos pasa? Abramos nuestros oídos y nuestros ojos, y además el corazón, para oir, ver y sentir todo lo bueno y maravilloso que ello significa para poder ir nosotros caminando seguros hasta las frescas aguas y los pastos tiernos que el Buen Pastor ha dispuesto para nosotros.
Propósito: Hoy haré lo posible por ver, oir y sentir las maravillas que Dios ha dispuesto para mí.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Martes. Abril 28 de 2015
JRUIZ
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