EL BECERRO DE ORO
No podéis
servir a Dios y al dinero
José Antonio Pagola
Los llamados «países
libres» de occidente somos más esclavos que nunca de un «capitalismo sin
entrañas» que, para procurar el bienestar relativo de mil millones de personas,
no duda en condenar a la miseria a los otros cuatro mil quinientos millones que
pueblan la tierra.
Los datos nos dicen
que, poco a poco, pero de manera inexorable, «el pastel se reparte cada vez
entre menos bocas». Aquella Europa que hace unos años ofrecía «acogida generosa»
a trabajadores extranjeros que llegaban a realizar trabajos que nadie quería,
dicta hoy «leyes de extranjería» para poner barreras infranqueables a los
hambrientos que nosotros mismos estamos contribuyendo a crear en el mundo.
¿A quién le importa
en Europa que dos continentes enteros —África y América Latina— tengan hoy un
nivel de vida más bajo que hace diez años? ¿Quién se va a preocupar por los
catorce millones de niños que mueren de hambre cada año, en esta Europa en la
que sigue creciendo el rechazo racista, a veces de manera descarada y casi
siempre maquillada de mil formas diferentes?
La Iglesia no puede
hoy anunciar el Evangelio en Europa sin desenmascarar toda esa inhumanidad, y
sin plantear las preguntas que apenas nadie se quiere hacer.
¿Por qué hay personas
que mueren de hambre, si Dios puso en nuestras manos una tierra que tiene
recursos suficientes para todos?
¿Por qué tenemos que
ser competitivos antes que humanos? ¿Por qué la competitividad tiene que marcar
las relaciones entre las personas y entre los pueblos, y no la solidaridad?
¿Por qué hemos de
aceptar como algo lógico e inevitable un sistema económico que, para lograr el
mayor bienestar de algunos, hunde a tantas víctimas en la pobreza y la
marginación?
¿Por qué hemos de
seguir alimentando el consumismo como «filosofía de la vida», si está
provocando en nosotros una «espiral insaciable» de necesidades artificiales que
nos va vaciando de espíritu y sensibilidad humanitaria?
¿Por qué hemos de
seguir desarrollando el culto al dinero como el único dios que ofrece
seguridad, poder y felicidad? ¿Es ésta, acaso, «la nueva religión», que hará
progresar al hombre de hoy hacia niveles de mayor humanidad?
No son preguntas para
otros. Cada uno las hemos de escuchar en nuestra conciencia como eco de
aquellas palabras de Jesús: «No podéis servir a Dios y al Dinero».
Bajado por: J. RUIZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario