Lucas 2, 41-52
"Nos imaginamos la vida de aquella familia de Nazareth llena de armonía, de amor, de paz. José trabajando en el taller y María en la cocina, mientras que Jesús juega o está en la escuela. Todo eso no son más que proyecciones de nuestra realidad sobre una realidad de la que sabemos muy poco y de la que los Evangelios nos hablan menos todavía. En el caso de que los pocos datos que tengamos sean históricos –ya se sabe que los evangelios de la infancia tienen más de composición teológica que de historia fiel a los hechos–, la vida de aquella familia fue realmente azarosa. José tuvo que acoger a María, cuando ésta se había quedado embarazada sin su participación. No debió ser fácil ese primer momento de la relación. Luego viene el nacimiento en Belén. El texto nos habla de la pobreza en que vivían. ¡Nadie los acogió! Y la mucha pobreza no suele formar parte del ideal de la vida de una familia. No sólo eso. La familia se vio obligada a emigrar a Egipto. ¡Refugiados políticos! Hoy sabemos lo dura que es la vida de los emigrantes. Mucho más dura sería en aquellos tiempos en los que no existían en absoluto las organizaciones y leyes que hoy, mal que bien, se destinan a acogerlos y hacerles en cierta medida la vida más fácil. Del padre no se vuelve a hablar en los Evangelios y, por más que nos empeñemos, en algunos textos se ve que hubo una cierta distancia entre Jesús y su familia debido a su misión. Lo mismo se puede decir del Evangelio de hoy, quizá una parábola de lo que ocurrió una vez Jesús se hizo mayor".
"En esta fiesta quizá lo más importante no sea tratar de imponer el ideal de lo que a nosotros nos parece bueno para la familia sino comprometernos a echar una mano a todas las familias que sufren, a ser muy comprensivos con aquellos que no encajan en nuestra idea de familia, a acoger a los que están solos y abrirles las puertas de nuestro corazón, aunque no sean de nuestra familia. Porque la familia de los hijos de Dios es más grande que la familia de los lazos de la carne".
Propósito: Hoy pensaré en lo que debe ser una familia: "Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Domingo. Diciembre 30 de 2018
J. RUIZ
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