Lucas 1, 57-66
La mano omnipotente del Señor estaba con ese niño que acababa de nacer. Estaba con él, protegiéndolo, empezando a formarlo en "la voz del que clama en el desierto", guiándolo en la preparación del camino para Aquel que viene atrás suyo y del cual "no es digno siquiera de desatar la correa de su san dalia". Y Zacarías e Isabel, sus afortunados padres, sin importarles poco ni mucho lo que digan los demás, lo llaman Juan, como había mandado el Padre por medio del ángel. "La mano del Señor estaba con él" desde entonces, como también está con nosotros cuando, sin hacer caso a las críticas o a las burlas de los sabihondos de siempre, defendemos al Papa, a los enfermos, a los desplazados, a los refugiados, a todos los que, de alguna manera, son considerados excluídos de la sociedad del consumismo desnaturalizado de hoy día.
Propósito: Hoy, y en adelante, procuraré no tener tan en cuenta la opinión de los demás, cuando se trata de ayudar a quien lo necesite.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Miércoles. Diciembre 23 de 2015
J. RUIZ
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