El trigo y la cizaña |
Mateo 13, 24-30
Cuando el Divino Sembrador deja su semilla buena en la tierra de nuestro corazón, también el sembrador malvado avienta su mala semilla en él. Allí germinan y comienzan a crecer juntas, tratando cada cual de desarrollarse lo mejor posible. Y, si nosotros no privilegiamos la buena semilla, abonándola y regándola con la oración, los sacramentos, y la vida austera al servicio de los demás, mientra vamos tratando de arrancar y destruir las malezas, fruto de la mala semilla sembrada por el Maligno (los malos hábitos, los defectos y debilidades), es muy posible que la cosecha se pierda o que el rendimiento de la misma no sea significativo como debería serlo. Cuidemos nuestra cosecha para que rinda al ciento por uno, como el Sembrador lo prometió.
Propósito: Hoy identificaré las "malezas" que tratan de impedir el crecimiento de la buena semilla en mí corazón, para ver de destruirlas poco a poco, sin que vayan a destruirse las plantas buenas.
¡ FELIZ DÍA, JESÚS VIVE Y YO LO CREO Y LO PROCLAMO !
Sábado. Julio 27 de 2013
J. RUIZ
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